COMENTARIO DE TEXTO . FRANCISCO DE QUEVEDO.
Vivir es caminar breve jornada,y muerte viva es, Lico, nuestra vida,
ayer al frágil cuerpo amanecida,
cada instante en el cuerpo sepultada.
Nada, que siendo, es poco, y será nada
en poco tiempo, que ambiciosa olvida;
pues de la vanidad mal persuadida,
anhela duración, tierra animada.
Llevada de engañoso pensamiento,
y de esperanza burladora y ciega,
tropezará en el mismo monumento.
Como el que divertido el mar navega,
y sin moverse vuela con el viento,
y antes que piense en acercarse, llega.
El texto que vamos a desarrollar presenta las características propias de la lírica, género literario que se caracteriza según Rafael Lapesa por ser “el cauce de expresión del yo subjetivo del autor que expresa sus sentimientos, emociones y pensamientos que habitan en su alma”. Además, el texto presenta una serie de intenciones comunicativas que se actualizan a través de los diversos planos lingüísticos. De ello, daremos cuenta en lo que acontece a través del modelo de análisis literario de Isabel Paraíso.
Así, en el plano de la expresión nos encontramos ante un texto escrito en verso cuya estructura corresponde a la del soneto, es decir, dos cuartetos y dos tercetos. A lo largo de la historia mucha y muy variada han sido los poetas que han empleado esta estructura. Desde el inicial Marqués de Santillana con sus “Sonetos fechos al itálico modo” en el siglo XV hasta la irrupción de Garcilaso de la Vega gracias a su amistad con Juan Boscán, quien los introdujo tras su conversación con Andrea Navaggiero en 1526.
Una vez Garcilaso desarrolló el soneto hasta las cuotas más elevadas conocidas hasta el momento su difusión y su éxito no se hizo esperar. Ya en el mismo siglo XVI Fernando de la Herrera continuó con el empleo del soneto hasta el siglo XVII de la mano de Lope, Góngora, Quevedo y todos sus seguidores. Será en el Modernismo cuando el soneto vuelva al primer plan literario gracias a Rubén Darío y sus múltiples variaciones como el soneto de serventesios o de dodecasílabos. Unamuno y su “Rosario de sonetos líricos” o Juan Ramón Jiménez con “Sonetos espirituales” serán dos de nuestros mayores representantes de esta estructura durante la Generación del 98.
En cuanto al poema que nos ocupa dado el pesimismo y el desengaño que encierra nos lleva a pensar que se trata de un poema escrito durante el Barroco. Este periodo corresponde al siglo XVII se caracteriza por las contradicciones que abarca dado que mientras que el dinero llegaba a espuertas de las “Indias”, “era pronto en Génova enterrado” (Quevedo).
Ya la obra “El Lazarillo de Tormes” es un claro ejemplo de la situación político-social de este momento; la sociedad se estaba desmoronando debido al abuso, la gran mayoría del pueblo era muy pobre y la nobleza, aunque perdía poder adquisitivo, pretendía continuar con su estatus social. No debemos tampoco olvidar como “Don Quijote” era también un representante de esa baja nobleza. En conclusión, se trata de un periodo (finales del XVI hasta 16819 marcado por el pesimismo y los valores humanos perdidos aunque paradójicamente supone las cuotas más altas de nuestra literatura gracias al mecenazgo.
Este soneto, creemos que podemos concretarlo dentro de la poesía metafísica y psicológica den mayor representante de la poesía satírica, Francisco de Quevedo, o bien alguno de sus seguidores.
El poema nos descubre las sensaciones que acontece a nuestro yo lírico debido a la muerte de la amada de Lico. Podríamos considerar que se trata de un epitafio dado que creemos que la intención del autor es la de consolar y advertir a su receptor.
Así, el tópico sería el plenamente barroco, de origen latino, tempus fugit en el que el yo poeta insta a su desdoble a vivir dado que la muerte le puede alcanzar en cualquier momento (y antes que piense en acercarse, llegue).
Por tanto, en cuanto a su estructura esta composición poética podrá dividirse en:
1. La primera parte está formada por el primer cuarteto. En el que se nos presenta el causante de la acción, la muerte, y su destinatario o receptor, Lico, que ha perdido a la que probablemente era su amada.
2. La segunda parte, segundo y tercer párrafo, nos narra el proceso que sufrió la destinataria de la muerte y cómo la acogió casi sin esperarla.
3. El último terceto marca la advertencia a nuestro receptor. La muerte también le llegará de manera repentina.
En cuanto a las funciones del lenguaje, a lo largo de esta composición encontramos un predominio de la función poética dado que el tema es desarrollado a través de una serie de intenciones comunicativas que intentan embellecer el mensaje. Otra función lingüística es la representativa o referencial debido a que el yo poético está intentando advertir a nuestro receptor y por último la función metalingüística, dividida a su vez en metaliteraria a través de la figura de Lico y es que es muy común de nuestros autores del Siglo de Oro (Apolo, Dafne, Nemoroso, Salicio, Galatea, Acis, Polifemo…)
En el plano del contenido es donde analizaremos los diferentes planos lingüísticos que nuestro autor pone a disposición con una fuerte carga connotativa. Por tanto, nuestra labora será siguiendo las teorías de Umberto Eco de “lector ideal” y de “contrato de lectura” la de intentar relacionar el tema del poema con los planos del lenguaje.
En primer lugar, en el plano fónico debemos señalar que es el ritmo y la musicalidad lo que diferencia un texto en prosa de uno en verso, dado que este último adquiera dichas propiedades gracias a la repetición de diversos elementos fónicos. Siguiendo a Dámaso Alonso en su “Introducción al lenguaje poético de Luis de Góngora” podemos apreciar rápidamente como existe un aliteración muy marcada de la nasal sonora, tanto bilabial /m/ como vela /n/ que aporta al texto un misterio tétrico y sombrío producto de la oscuridad de la situación: el paso del tiempo (caminar, muerte, jornada).
El uso repetitivo de las oclusivas (poco tiempo que ambicioso olvida) sonoras y sordas también refuerzas nuestro tema e incluso intensifican esa dureza y brusquedad con la que llega la muerte. Otro caso es el del sonido labiodental fricativo sordo /v/ que otorga cierto contraste con el tema, tratando de sosegar y dar fluidez al verso para indicar que es inevitable (y sin moverse, vuela con el viento)
Del análisis métrico del poema diremos que el número de silabas (11) idéntico en todos sus versos otorga un ritmo de cantidad que unido al acento prosódico yámbico marca el ritmo de la intensidad. El predominio de endecasílabos es sáfico (23, 4, 6, 10, 11, 13,14) para otorgar una intensidad relajante que se contrarrestará con la tensión de los versos heroicos (1, 2, 8,9) que mantiene la tensión de los versos anteriores. Por tanto, nuevamente podemos apreciar esa dualidad entre lo natural e inevitable que es la muerte con la tensión y dolor que esta provoca. Así, la vida debe vivirse sin esperarla, pues llegará cuando más relajados estemos.
Referente a las pausas, que marcan el ritmo de intensidad consideraremos que la más relevante es el braquistiquio del segundo verso “Lico” que nos muestra el desdoble y a la vez destinatario del yo poético. Otro relevante acorde al paso del tiempo es el del verso 5º “siendo” que junto al encabalgamiento abrupto del verso sexto muestra la contraposición entre la vida y la muerte. Así: siendo-nada en poco tiempo. Más braquistiquios que siguen la misma temática es “divertido” verso 12 y “sin moverse” verso 13 lo que indica al igual que indicaban los versos endecasílabos que la muerte llega cunado creemos estar a salvo de ella.
Con respecto al nivel morfológico, a lo largo de este poema compuesto por ochenta y tres palabras, encontramos un predominio de sustantivos (26%) abstracta (vida, muerte, tiempo, vanidad) frente a los concretos. Vemos pues como es un texto más metafísico que realista. No volveremos a comentar el uso del antropónimo Lico ya comentado anteriormente. Característico del Barroco es el léxico empleado concreto (amor, viento, tierra) que como sugiere continúa con el aspecto de la naturaleza lo que nos lleva a la conclusión de que la muerte se tiene que concebir como algo natural.
En cuanto al empleo de verbos (16%) estos aparecen en su mayoría en presente de indicativo (es, navega, vuela, llega) con un sentido de intemporalidad, como algo que nunca cambia y siempre puede aparecer (será, tropezará) o bien siempre está en presente (siendo) aunque nosotros, los humanos no tengamos en mente, (piense) como denota la forma de subjuntivo.
Referente a la adjetivación (18%) aparece en su mayoría de forma representan un papel muy importante pues matizan el carácter intemporal y metafísico del poema. Respecto al plano morfológico, encontramos diversas figuras literarias como es el uso de la similicadencia (es, siendo, será) muy significativo respecto al paso del tiempo.
En relación al plano sintáctico, este soneto, está formado por tres grupos oracionales: el primer grupo oracional está formado por una oración compleja subordinada atributiva unida por coordinación con otra oración compuesta compleja subordinada adverbial temporal (ayer al frágil cuerpo amanecido, cada instante en el cuerpo sepultado).
En el segundo grupo oracional encontramos nuevamente una coordinación copulativa que nuevamente vuelve a unir oraciones subordinadas atributivas (nada que siendo es) junto a oraciones subordinadas adjetivas de relativo (que ambiciosa olvida).
El último grupo oracional continua con la misma estructura compleja de los anteriores en cuyo interior predominará la coordinación copulativa para remarcar la textualidad y mensaje de todo lo anterior a través de la ralentización del ritmo. Acaba el poema con una oración subordinada adverbial que sirve de metáfora a la llegada de la muerte “como el que divertido en el mar navega”
De las figuras retoricas es precioso resaltar el uso del hipérbaton que aunque aparece en todo el poema dado su carácter abstracto es destacable en el segundo cuarteto. También el uso de la elipsis en relación al hipérbaton y polisíndeton.
En el plano léxico semántico es preciso afirmar que existen varias palabras clave: tiempo, muerte, tierra, mar, aunque debemos resaltar por encima de todos a muerte (v.2) dado que sobrevolará el poema en todos sus versos.
Numerosos campos semánticos habitan en su interior (camino-jornada-vida-ayer-tiempo) que reflejan el transcurso de la vida en contraposición con breve-instante-poco-nada-engañoso-burladora-ciega que representa a la muerte inevitable. Ya hemos explicado el campo semántico de la naturaleza (amor-navega, viento-vuela, tierra-cuerpo) propia de la lírica del momento y que simboliza la vida.
De las figuras retóricas que aparecen en el poema una de las más importantes es la metáfora de la vida como es de día (breve jornada) reforzada con la antítesis simbólica (amanecida-sepultada). También la metáfora “tierra animada” que representa los placeres mundanos se le opondrá a la “esperanza burladora y ciega”. El mar, tan simbolizado durante el siglo XV de la mano de Jorge Manrique (nuestras vidas son los ríos que dan a parar al mar) aparece en nuestro poema para simbolizar ejemplificar la llegada de la muerte a nuestras vidas. Por último, el adverbio nada sufre una epanadiplosis en la que su significada cambia dada su condición de palabra deíctica. Así, al principio del verso su significado es relacionado con la cantidad al final del verso adquiere un matiz de cuantificación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario