(…) DON SACRAMENTO. ¿Lo está usted viendo? ¡Usted es un bohemio, caballero!... Cuando usted se case con la niña, usted no podrá ser tan desordenado en el vivir. ¿Por qué está así este cuarto? ¿Por qué hay lana de colchón en el suelo? ¿Por qué hay papeles? ¿Por qué hay latas de sardinas vacías?(Cogiendo la carraca que estaba en el sofá.) ¿Qué hace aquí esta carraca?
(…) DIONISIO. Los cuartos de los hoteles modestos son así... Y éste es un hotel modesto... ¡Usted lo comprenderá, don Sacramento!...
(…) DON SACRAMENTO. Usted tendrá que ser ordenado... ¡Usted vivirá en mi casa, y mi casa es una casa honrada! ¡Usted no podrá salir por las noches a pasear bajo la lluvia! Usted, además, tendrá que levantarse a las seis y cuarto para desayunar a las seis y media un huevo frito con pan...
DIONISIO. A mí no me gustan los huevos fritos...
DON SACRAMENTO. ¡A las personas honorables les tienen que gustar los huevos fritos, señor mío! Toda mi familia ha tomado siempre huevos fritos para desayunar... Sólo los bohemios toman café con leche y pan con manteca.
DIONISIO. Pero es que a mí me gustan más pasados por agua... ¿No me los podían ustedes hacer a mí pasados por agua...?
DON SACRAMENTO. No sé. No sé. Eso lo tendremos que consultar con mi señora. Si ella lo permite, yo no pondré inconveniente alguno. ¡Pero le advierto a usted que mi señora no tolera caprichos con la comida!...
DIONISIO. (Ya casi llorando.) ¡Pero yo qué le voy a hacer si me gustan más pasados por agua, hombre!
DON SACRAMENTO. Nada de cines, ¿eh?... Nada de teatros. Nada de bohemia... A las siete, la cena... Y después de la cena, los jueves y los domingos, haremos una pequeña juerga. (Picaresco.) Porque también el espíritu necesita expansionarse, ¡qué diablo! (En este momento se le descompone la carraca, que estaba tocando. Y se queda muy preocupado.) ¡Se ha descompuesto!...
DIONISIO. (Como en el acto anterior Paula, él la coge y se la arregla.) Es así.
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