Se celebra el 8 de marzo en memoria de las 146 obreras textiles de la Triangle Shirwist Company de New York que perecieron en la fábrica a consecuencia de un incendio. En el II Congreso Internacional de mujeres socialistas, celebrado en Copenhague en 1910, se propuso la celebración de esta fecha del Día de la mujer trabajadora, ampliado después a todas las mujeres, reconocido por las Naciones Unidas.
Hacia 1900 más de cinco millones de mujeres, lo que suponía un quinto de la nación eran asalariadas y en su mayor parte trabajaban como empleadas domésticas. En las grandes ciudades como New York, Chicago o San Luís, las trabajadoras representaban el 55% de la mano de obra en la confección de indumentaria.
La industria americana en su conjunto, pero sobre todo la textil, la confección de productos alimenticios o la industria del algodón discriminaba a la mano de obra femenina mediante el pago de unos salarios muy por debajo de los hombres. Percibían la mitad o un tercio del salario masculino por jornadas que en ocasiones superaban las doce horas.
Ante esta situación las mujeres no se quedaron de brazos cruzados, Mother Jones, activista irlandesa formó parte del sindicato Knights of labor o la organización anarquista Workers of the World y participó en numerosas huelgas.
Las inmigrantes de Europa del Este también llevaron a cabo revueltas sindicalistas como la anarquista Emma Gordon, socialistas como Rose Scheneiderman o Pauline Newman.
Rose Scheneiderman (1882-1872) llevaba casa dinero desde los trece años, organizó a las trabajadoras de la industria sombrerera y fue ascendiendo en la jerarquía del sindicato, siendo una de las piezas claves de la huelga de New York.
Esa era la realidad de la mujer a principios del siglo XX, los principales movimientos que se dieron para la igualdad entre hombres y mujeres fueron muchos y principalmente en Estados Unidos en la ciudad de Nueva York.
De origen italiano, judío y también americano, las obreras de 20 a 30.000 de esos numerosos talleres ( sobre unos 500) en donde confeccionaban las blusas decidieron mediante una huelga larga y dura luchar contra la explotación que padecían. Se revelaron contra la disparidad de los salarios, contra el acoso sexual que recibían y contra la semana de setenta horas durante la temporada alta.
El 8 de marzo de 1908, 129 trabajadoras de la empresa Cotton de New York se declararon en huelga y ocuparon la fábrica para revindicar mejoras en sus condiciones de trabajo. La patronal actuó con mucha dureza y llamó a la policía para hacerlas salir pero ante su negativa la propia policía tiró bombas incendiarias, quemando a las 129 mujeres que había dentro.
Otra versión para esta celebración es la siguiente según los datos de Womne´s History Group de San Francisco en su publicación What have women done?. En noviembre de 1908 se convocó un mitin general del ramo de la confección después de que dos empresas se hubiesen puesto en huelga durante un mes. Después de muchas horas de discusión y de la intervención de Clara Lemlich, más de 20.000 trabajadores, en su mayoría mujeres paralizaron la fábrica durante trece semanas, mujeres provenientes de todas partes se organizaron en piquetes de huelgas y se enfrentaron al patronal, a los esquiroles, la policía y más de 600 detenciones. Pero al final las mujeres triunfaron ya que consiguieron el aumento salarial, reducción de la jornada laboral y la sindicalización de más de 300 empresas.
El Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez en 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, con mítines a los que asistieron más de un millón de personas, que exigieron para las mujeres el derecho de voto y el de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral. Sin embargo la tragedia volvió a acompañar al movimiento feminista cuando el 25 de Marzo de ese mismo año más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes, murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle en la ciudad de Nueva York.
También se reconoce como antecedente a las manifestaciones protagonizadas por obreras textiles el 8 de marzo de 1957, también en Nueva York.
En la actualidad existe una cierta polémica sobre este día ya que para algunas escritoras como Ana Martínez Fariña considera que este día ya está anticuado puesto que las mujeres forman parte activa y necesaria de la sociedad. Dado que no son un sector marginal o discriminado de esta, este día no debe ser conmemorativo ni extraordinario ya que lo considera como un símbolo de inferioridad hacia ellas y carente de valor y significación. Gracias a que la mujer se ha equiparado con el hombre en la sociedad no debe de buscar ninguna celebración al igual que no se celebra el día del hombre trabajador.
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