Hoy en día, la sociedad se ha vuelto más individualista por motivos sanitarios, sin embargo, también ha demostrado nuestro estilo de vida que somos seres que necesitamos de otros seres. La sociedad nos ha vuelto individualistas, pero nuestra naturaleza nos obliga a vivir en colectividad.
Con esto quiero decir que la soledad es parte del ser humano como puede ser la alegría, la tristeza, el amor o el odio. Por consiguiente, tenemos que aprender a lidiar con ella y es que, al vivir en sociedad esta nos obliga tanto a ser seres solitarios como a ser seres sociales. Hemos recibido una educación en valores en la que nos sentimos tanto acompañados en clase como solos a la hora de entender la lección, de hacer la tarea o el examen. Cuando nos incorporemos al mundo laboral, trabajaremos en equipo pero tendremos nuestras responsabilidades individuales. Una vez en casa, quizás estemos solos pero podremos estar a la vez acompañados de nuestros amigos virtuales. Por tanto, la sociedad nos empujará hacia la individualidad y hacia el colectivo a partes iguales.
Por otra parte, la soledad no es mala siempre que pueda ser, hasta cierto punto, voluntaria, es decir, la sensación de soledad es mala, malísima, una de las peores que quizás podamos vivir porque nos empuje hacia a algún tipo de pensamiento inadecuado o incluso hacia la depresión. Sin embargo, la soledad como decisión es algo fundamental. Todos necesitamos un momento de descanso, de relajación y de sentirnos en paz con nosotros mismos para poder continuar con nuestra vida.
En conclusión, y como todo en la vida, los extremos son malos. Soledad sí, pero no como fruto de una sociedad individualista.
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