El teatro de la primera posguerra tiene como rasgos compartidos la preferencia por la comedia y el carácter evasivo. Destacan:
- La comedia burguesa, en la estela de las obras de Benavente, con autores como Joaquín Calvo Sotelo, José López Rubio, Victor Ruíz Iriarte o Edgar Neville, que cultivan un teatro estéticamente convencional e ideológicamente conservador.
- La comedia del disparate, cuyos principales representantes son Miguel Mihura (Tres sombreras de copa) y Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro) y que se caracteriza por el amor absurdo de raíz vanguardista.
Paralelamente, siguen escribiendo teatro los grandes dramaturgos españoles en el exilio: Rafael Alberti (El adefesio), Max Aub (San Juan) y Alejandro Casona, cuyas obras (La dama del alba, La barca sin pescador) presentan una combinación escapista de poesía y misterio, caracterizada por el conflicto entre fantasía y realidad, y la presencia de personajes alegóricos.
c) Los años cincuenta: el teatro comprometido o realista.
En los años cincuenta surge en España un teatro comprometido con la realidad social y política del país, que oscila entre dos polos:
El posibilismo de Antonio Buero Vallejo, en el que se inscriben tragedias caracterizadas por el uso de personajes históricos para reflexionar sobre el presente (El sueño de la razón), la presencia de elementos simbólicos (la ceguera, en El concierto de San Ovidio o En la ardiente oscuridad) y efectos de inmersión(La fundación) , que pretenden que el espectador tome conciencia de la trágica condición del ser humano, así como de la realidad de la época, marcada por la miseria, la ignorancia, la corrupción moral y la falta de libertad.
Es necesario detenerse y afirmar que la primera obra de Antonio Buero Vallejo fue Historia de una escalera (1949). La acción transcurre en la escalera de una comunidad de vecinos. Dos jóvenes enamorados, Carmina y Fernando, sueñan con una vida mejor, lejos de la miseria y la mediocridad que los aplasta. Cuando se inicia el segundo acto, han transcurrido diez años,. Fernando se ha casado con Elvira, y Carmina, con Urbano. Todos siguen viviendo en el mismo inmueble. El tercer acto se desarrolla viente años después, Carmina y Fernando, que no pudieron cumplir sus sueños, escuchan con infinita melancolía, la conversación de sus hijos (también llamados Fernando y Carmina) mantienen en el rellano, semejante a la que tuvieron ellos treinta años antes. La circularidad de la acción y la presencia simbólica de la escalera (expresión de la imposibilidad de las clases humildes de alcanzar sus ideales) subraya el carácter trágico de la obra.
El teatro de agitación política y social de Alfonso Sastre, cuyos dramas (La taberna fantástica) contienen, de manera más explícita, una denuncia de las injusticias sociales y de la situación política de España.
Otros dramaturgos optan por una estética realista para retratar cr´ticiamente la realidad del país. Destacan Lauro Olmo (La camisa), José Martín Recuerda (Las salvajes en Puente San Gil), José María Rodríguez Méndez (Los inocentes de la Moncloa) o Ricardo Rodríguez Buded (La madriguera).
d) El teatro experimental o vanguardista.
Influídos por el surrealismo, el teatro del absurdo y el teatro de la crueldad, Fernando Arrabal y Francisco Nieva son los dos autores fundamentales del teatro experimental o vanguardista, que reacciona contra el teatro realista de contenido social predominante en los años cincuenta.
El teatro de Fernando Arrabal (El cementerio de automóviles, Pic-nic), fundador del Movimiento Pánico, tiene carácter simbólico o alegórico, y aspira a sobrecoger o escandalizar al espectador mediante la violencia, el sexo o la locura.
El tema del teatro furioso de Francisco Nieva (Pelo de tormenta) es la crítica de la España tradicional, a través de un lenguaje dramático caracterizado por el erotismo y la desinhibición verbal con elementos del carnaval y el esperpento.
e) El teatro de la vanguardia.
Está condicionado por dos factores:
El apoyo institucional.
La pérdida de importancia del dramaturgo y del texto dramático. Este último tiene dos consecuencias:
La importancia del director de escena.
La aparición de grupos de teatro independiente (Els Joglars, La Fura del Baus, Tábano...), con tendencia a la creación colectiva y al teatro no verbal.
Pervive, no obstante, un teatro de texto, con un renovado vigor en los últimos años.
En el teatro de los ochenta destacan José Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro) o José Sanchís Sinisterra (¡Ay Carmela1). En general, estos autores evitan el experimentalismo extremo, para recuperar la conexión con el público.
En los últimos años estrenan sus obras los autores de la llamada Generación de Brandomín, con dos tendencias fundamentales:
Un teatro de la palabra, representado por Juan Mayorga, cuyas obras (Cartas de amor a Stalin, Hamelín) reflexionan sobre las distintas formas de opresión y dominación.
Un teatro de experimentación radical, con autores como Angélica Liddell y Rodrigo García.
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