miércoles, 14 de marzo de 2018

AIRE NUESTRO, Manuel Vilas



Después de leer este libro probablemente nos surjan varias dudas. La más lógica es intentar comprender lo leído. Asimilar la información con la que se nos ha bombardeado en aparente desorganización. 
La segunda gran duda es saber si es o no una novela. Este eterno debate deberíamos dejarlo a opinión de lo que cada uno quiera considerar novela. El escritor recientemente fallecido, Carlos Fuentes, ya afirmaba que hay tantas interpretaciones de los textos como opiniones, y por lo tanto, lo que para mí es novela puede que para otros no. Hoy en día, ya no existen (afortunadamente) unos patrones determinados para hacer novela. De ahí que cada uno piense lo que quiera.  Se trata de leer, mientras que tengamos curiosidad por la lectura no debe importarnos si se trata de novelas consagradas o marginadas. Cuanto más leamos, más querremos saber y poco a poco nuestro nivel de lectura será más complejo.

Volviendo a la obra, su comienzo es como poco curioso, y es que no es un comienzo convencional sino la descripción de un nuevo concepto de hacer televisión. Una televisión basada en la realidad y en la ficción, en el futuro y en el pasado, en la vida y en la muerte. Una televisión objetiva, que apuesta por la cultura, la sinceridad y un tipo de público muy específico: el inteligente. La manera de describir las cualidades de este canal puede llegar a hacernos pensar que se trata de una fuerte crítica a lo que se ha convertido la televisión. Programas para perder el tiempo, telebasura, debates futbolísticos, Gran Hermano y así un largo etcétera que nos aduerme y entretiene, pero no nos culturiza y para los pocos programas culturales que existen, son a horas muy tardías y por lo tanto tienen muy poca audiencia.

La tele en la que se convierte el libro no tiene capítulos, tiene canales. Aire Nuestro se estructura en once capítulos -canales-: La gran pantalla americana, Telepurgatorio, Informe semanal (Monográfico “Los emigrantes iluminados”, Teleterrorismo, Pressing Match, Fútbol, Reposiciones “Clásicos del siglo X”, Reality Shows, MTV, Cine X y Teletienda. Son 26 canales que pueden forman parte del itinerario de una persona que vea la televisión durante diferentes horas. Mi imaginación me llevó a pensar que esta persona fruto del cansancio y el sueño no sabe muy bien lo que de verdad está viendo y lo que está soñando. Nos encontramos dentro de la cabeza de una persona a la que no le apetece pensar en nada. Simplemente desconectar de la realidad en la que vive y que probablemente no se asemeja a la que había imaginado cuando era un crio. Verá todo lo que sea pero sin prestar atención a nada. 
Este personaje imaginario comienza su periplo televisivo por un programa cultural pero este le aburre por lo que al cambiar de canal hay otro sobre la vida de diferentes personajes famosillos que verá durante los próximos diez minutos. Una vez aburrido volverá a cambiar y habrá un programa que habla sobre fútbol, otro de cotilleos, una aburrida película y así continuará perdiendo el tiempo hasta que decida que el sueño ya le ha vencido lo suficiente y lo mejor será ir a la cama para continuar con su aburrida y monótona vida. 

En conclusión, somos lectores de un zapping narrativo en la que se mezclan personajes reales y ficticios, historias verosímiles con inverosímiles y situaciones reales con ficticias. En cuanto a los canales nos cuentan un pequeño relato independiente. Estos relatos nos pueden gustar más o menos. Común denominador es la presencia del escritor de una u otra forma, la sexualidad, en cierta medida la figura de Elvis Preasly y sátira, mucha sátira. En algunos casos los relatos son muy amenos, divertidos, fáciles de leer, con un toque de humor. Otros son más arduos, con temas menos convencionales y de difícil comprensión por la inverosimilitud que narra.

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