Es un poema de debate castellano de finales del siglo XII, del que se conservan 37 versos en pareados heptasílabos copiados en la cubierta de un códice de 1201 procedente del Monasterio de Oña. Recoge el diálogo entre el cuerpo y el alma de un difunto. El alma, en forma de niño desnudo, que contempla el cadáver, no para de llorar y lo increpa lamentándose de que por sus pecados hayan sido condenados los dos.
El poema se interrumpe antes de que podamos conocer la respuesta del cuerpo. El protagonista es una verdadera abstracción de la humanidad y extrae conclusiones del hecho de que, en tanto se interna en el Valle de la Muerte acompañado por la figura alegórica «Buenas Obras», todos los bienes materiales que ha obtenido a lo largo de su vida han de ser abandonados.
Debido a su estado fragmentario y a su brevedad, la obra carece de gran interés literario, pero inaugura un género en la literatura española, el del poema de debate, que producirá obras muy meritorias incluso hasta el siglo XVI. Pese a que hubo más disputas entre alma y cuerpo, no derivarán de esta Disputa..., sino de una base común en la tradición literaria europea.
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