Bastábale al clavel verse vencido
del labio en que se vio, cuando esforzado
con su propia vergüenza lo encarnado,
a tu rubí se vio más parecido.
Sin que en tu boca hermosa dividido
fuese de blancas perlas granizado,
pues tu enojo, con él equivocado,
el labio por clavel dejó mordido.
Si no cuidado de la sangre fuese,
para que a presumir de tiria grana,
de tu púrpura líquida aprendiese.
Sangre vertió tu boca soberana,
porque roja victoria amaneciese,
llanto al clavel, y risa a la mañana.
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