"¿A quién me quejaré del cruel engaño,
árboles mudos, en mi triste duelo?
¡Sordo mar, tierra extraña, nuevo cielo,
fingido amor, costoso desengaño!
Huye el pérfido autor de tanto daño
y quedo sola en peregrino suelo,
do no espero a mis lágrimas consuelo,
que no permite alivio mal tamaño.
Dioses, si entre vosotros hizo alguno
de un desamor ingrato amarga prueba,
vengadme, os ruego, del traidor Teseo."
Tal se quejaba Ariadna en importuno
lamento al cielo, y entretanto lleva
el mar su llanto, el viento su deseo.
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