El rasgo fundamental de la narrativa española y europea desde principios de siglo hasta 1939 es la ruptura con el realismo decimonónico. La novela ya no se centrará en la reproducción exacta de la realidad, sino en la profundización en las contradicciones internas de los seres humanos.
Hay que añadir que se da en esta convulsa época social un auge editorial muy importante, pues algunas novelas alcanzarán la tirada de 60.000 ejemplares.
Las dos tendencias más señaladas de esta época son:
LA NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98
La pérdida de los últimos restos del Imperio español con el Desastre de 1898, desata una crisis nacional entre los intelectuales que da lugar al surgimiento de la Generación del 98. A inicios del siglo XX, sus autores más significativos como Azorín, Unamuno o Baroja, comienzan a publicar sus novelas. Entre los rasgos de sus obras podemos señalar:
1.- La preocupación por España y la visión de Castilla como origen y símbolo profundo de la patria.
2. El pesimismo ante la situación histórica española y ante lo que consideran el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales de la patria.
3. La denuncia de los males de España como el caciquismo, la abulia y la ignorancia.
4. La influencia de la filosofía: aparecen en sus obras los planteamientos irracionalistas de Kierkegaard y Schopenhauer (el escepticismo, la vida como algo absurdo y carente de sentido).
5.- En ellos se da una renovación estilística mediante:
A) El antirrealismo: no se persigue, como en la estética realista, la reproducción exacta de la realidad, sino la expresión de la realidad interior del ser humano.
B) El experimentalismo: la novela es un género en el que tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo o el lirismo.
Entre los autores noventaiochistas destaca Miguel de Unamuno (1864-1936), autor que abjura del realismo y escribe las que llama “nivolas”, que son “relatos de realidades íntimas sin más realismos que la realidad de la personalidad”. Entre sus obras más representativas están Niebla (1914) y San Manuel Bueno, mártir (1931).
Otro autor importante es Pío Baroja (1872-1956), cuyas novelas tienen unos rasgos muy definidos, pues se centran en un personaje -activo y dominador o pasivo y sin voluntad, acción y diálogos abundantes, marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones, descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos y un cierto desaliño expresivo. Entre sus novelas, muchas de ellas organizadas en trilogías, destacan La busca (1904). Zalacaín el aventurero (1909), El árbol de la ciencia (1911) y Las inquietudes de Shanti Andía (1911).
Mención aparte merece Ramón del Valle Inclán (1866-1936) , que en una primera época realiza una novela de carácter marcadamente modernista en lo referente al estilo y decididamente nostálgica y señorial en lo referente al contenido, evocando su Galicia mítica (Flor de santidad, 1902) o el mundo nobiliario del Marqués de Bradomín en sus Sonatas. Más adelante, Valle Inclán evolucionará a iposiciones ideológicas revolucionarias y dentro de su estética esperpéntica, dará lugar al género de la novela de dictadores con su magnífica Tirano Banderas(1926).
2. LA NOVELA NOVECENTISTA (GENERACIÓN DEL 14)
El Novecentismo fue un movimiento cultural impulsado por grandes ensayistas como José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón o Eugenio d´Ors que creían que la solución para los problemas de España era su “europeización”. La novelística de esta generación se caracterizará por su cuidado estilo y su escasa acción.
Sobre ellos, influyó mucho el vanguardismo de Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), manifestado en sus famosas greguerías. Como novelista, Ramón también rompe los moldes del género. La más famosa de sus novelas es El torero Caracho(1927).
Otra novelista destacado es Gabriel Miró (1879-1930) entre cuyas obras están Las cerezas del cementerio(1910) y Nuestro Padre San Daniel (1921).
Ramón Pérez de Ayala (1888-1962) es otro representante de esta generación. Cultiva la llamada novela intelectual, con obras como Tigre Juan y El curandero de su honra (1926), aunque entre sus primeras novelas de tipo autobiográfico, destaca A.M.D.G (1910), con fuertes críticas contra la educación religiosa.
En otro grupo hay que encuadrar a autores que en los años treinta realizan una novela realista afín a la ideología revolucionaria entre los que destaca Ramón J. Sender con obras como Mister Witt en el cantón(1935).
No hay comentarios:
Publicar un comentario